¿Por qué debes hacer el Camino de Santiago?
Si aún no has encontrado una motivación para hacer el Camino de Santiago SFC 2017 te damos unas cuantas razones para animarte a ponerte en marcha hacia esta gran aventura. ¡Esto te va a gustar!
Sin duda, para los católicos, sólo este motivo justifica sobradamente la visita. Pero incluso para los agnósticos, ese ya podría ser un buen motivo. ¿No peregrinan a la tumba de Elvis? Para los que refutan la presencia del discípulo de Cristo, y siguiendo la comparación, también afirman muchos que Elvis sigue vivo y, a pesar de ello, visitan donde reposan sus restos. Pero este motivo no justifica el Camino y sus mínimos 100 kilómetros.
No cabe duda de que esta es una motivación sólo para creyentes. Si tienes una persona querida de verdad y que está enferma, si tienes un anhelo profundo, algo que sólo un milagro puede lograr, preséntasela al Apóstol Santiago, para que él ponga ante Dios esa intención.
Es común entre los peregrinos a Santiago el preguntarse los unos a los otros: ¿Tú ya has contemplado un milagro? Y aunque multitud de ellos deben afirmarlo por no ser menos, muchos otros están convencidos de haberlo vivido a lo largo del camino.
Es también una frase hecha entre los peregrinos a Santiago de Compostela, ya que comentan que “todo peregrino llora al menos una vez durante el Camino”. Puede parecer un motivo baladí pero hay entre nosotros muchas personas que, cerradas a la sensibilidad, llevan décadas sin haber llorado de verdad. Para quien ha convertido su corazón en una piedra de granito, el volver a sentirse vulnerable sin la vergüenza de mostrarse débil ante los demás, puede ser verdaderamente importante. Además, llorar nos libera de tanta tensión acumulada y nos ayuda a desahogarnos.
El Camino es duro; muy duro. Cualquiera puede caminar seis horas un día, pero hacerlo durante una, dos, tres, cuatro… o más semanas se consigue sólo con voluntad. Y como decía Schopenhauer, la voluntad es lo que define al hombre. Dicho de otro modo, el Camino y su inmisericorde exigencia de voluntad de seguir adelante es una manera de volver a sentirse humano, persona. Y eso para nada es poco.
La mayoría de las personas que logran culminar el Camino afirman que una de las mejores cosas que le han ocurrido a lo largo del mismo es que han vuelto a encontrarse consigo mismos. De cinco a ocho horas diarias, caminando la mayoría del tiempo en silencio, hace que uno vuelva a pensar. Y ese diario ejercicio durante días, acompañado a veces, agotado otras, destrozado algunas, sin las distracciones de la vida diaria… permiten que uno reflexione largamente sobre sus debilidades y fortalezas, sobre lo importante y lo superfluo.
Durante cientos de kilómetros, todos los peregrinos desfallecen, padecen accidentes, supuran sus ampollas. Aunque ahora se comparte el Camino con gentes de todo tipo y condición, ningún peregrino dejará de parar ante otro caminante que necesite de su ayuda. En el Camino no hay clases sociales, se deja el egoísmo aparcado en tu otra vida. Tengas creencias religiosas o no, todos son tus hermanos y harás lo que esté en tu mano para ayudar a quien lo necesite.
No en vano, el Camino fue declarado el primer itinerario cultural de Europa. A lo largo de todas sus ramificaciones, uno encuentra miles de edificaciones de gran valor. Acostumbrados a los viajes empaquetados, donde uno absorbe como un borracho cultural las grandezas artísticas de las ciudades, el Camino, con su ritmo sosegado y personal, te permite disfrutar de cientos de tesoros artísticos a la velocidad que necesites.
Como en toda experiencia especial, se tiende a vincularse de un modo diferente con las personas con las que se comparte el día a día. En el ritmo cotidiano normal, uno va coincidiendo muchos días con las mismas personas. Se tiene una referencia común que te une.
El encontrarte contigo mismo, el experimentar la solidaridad y la amistad, puede conducirte a vivir una experiencia de Dios. Si uno está atento a las señales, puede encontrar respuestas, sentido, motivos, claves para seguir caminando… Y todas y cada una de esas señales son una muestra de lo muy amados que somos, de cómo el buen Dios cuida de todos nosotros, de que hay mucha gente de buena voluntad, de que la inmensa mayoría estamos encantados y dispuestos a ayudar… Esa es otra de las grandezas del Camino: que nos presenta a todos sin clichés, sin prejuicios…
Demostrando haber recorrido a pie los últimos 100 km antes de llegar a Santiago se gana la Compostela. Para los católicos eso significa que la misericordia de Dios siempre nos libera de aquello que nos deforma y nos esclaviza: el mal del pecado. Se da una credencial con un texto en latín que lo demuestra, pero lo importante no es el papel, sino el haberla llevado a cabo. Respecto a la credencial, podrás guardar un bonito recuerdo de sellos de todos los lugares que has pernoctado y visitado.